Director: Michael Apted.
Reparto: Georgie Henley, Skandar Keynes, Ben Barnes, Will Poulter, Gary Sweet, Liam Neeson.
Sinopsis: Lucy y Edmund Pevensie vuelven a Narnia con su primo Eustace, donde se reencuentran con el ahora Rey Caspian. El ha comenzado una travesía por el mar a bordo del barco El Viajero del Alba en búsqueda de los siete perdidos Lores de Narnia para cumplir su promesa a Aslan. En el camino se encontrarán con dragones, enanos, sirenas y una banda de guerreros perdidos antes de llegar al fin del mundo.
Critica:
Edmund (Skandar Keynes) y Lucy (Georgie Henley) vuelven a visitar a sus amigos ─y súbditos─ narnianos para colaborar en la búsqueda de un grupo de lores desaparecido. A falta de sus hermanos mayores, Peter (William Moseley) y Susan (Anna Popplewell), tendrán la compañía forzosa y accidental de su primo Eustace (Will Poulter). Parecía que iba a quedarse por el camino, pero finalmente la tercera entrega de la serie de películas basada en la saga novelesca de C.S. Lewis ha logrado salir adelante; aún así, “Las Crónicas de Narnia: La travesía del Viajero del Alba” se anticipa como última entrega de una franquicia artísticamente floja ya desde su mismoarranque y comercialmente muy tocada a partir de los discretos resultados en taquilla ─en comparación a lo que estaba previsto─ de la primera secuela.
A pesar del acierto que supone la sustitución de Andrew Adamson por Michael Aptedcomo director del proyecto, esta fantasía de corte claramente infantil/familiar adolece de los mismos males que sus predecesoras, abundantes y muchos de ellos insalvables, capitaneados por un pesar narrativo que convierte la aventura en un plomizo discurrir tristemente planteado, sin sustento alguno en los escasísimos resortes sorpresivos de la trama; los pobres efectos digitales ─y, en menor medida, prostéticos y artesanales─ característicos de muchas de las producciones de Walden Media no ayudan en modo alguno, máxime considerando que el aluvión de dragones, minotauros y criaturas del más diverso calado difícilmente puede asombrar a un palco amamantando por los colosalismos de Peter Jackson y su trilogía ─inminentepentalogía─ tolkieniana. Eso sí, el efecto tridimensional está correctamente logrado en esta ocasión. Ya es algo.
A la bruma generalizada que empaña este periplo marítimo ya en los primeros rollos contribuye el mínimo anhelo de veracidad o emoción que desprende el elenco central, desde los considerablemente más creciditos Skandar Keynes y Georgie Henley hasta el eternamente sosainas Ben Barnes, que reclama aquí una mayPublicar entradaor atención desde su papel de príncipe improbable y constantemente necesitado de la ayuda de los hijos de Adán y Eva. Afortunadamente, el metraje, en el que no se esquivan una vez más los inocentes pero cansados simbolismos religiosos de la obra de Lewis, se ha reducido respecto de sus hermanas previas, lo que ayudará los padres que acudan a las salas a acompañar a sus retoños ─los pequeños, ajenos a todo análisis específico, disfrutarán de lo lindo con esta avalancha imaginativa y colorida, por supuesto─ a sobrellevar un par de horas de exiguo asueto y mucho estruendo de segunda categoría.
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